La semana pasada perdí los nervios. Os cuento cómo lo solucioné.

Mis hijos mayores (de 8 y 5 años) acuden a extraescolar de BMX los martes y jueves. Para quien no sepa lo que es, consiste en ir por un circuito con cuestas y curvas en la bici.

Esta actividad suelen compartirla con su padre, pero la semana pasada tuve que llevarles yo.

Además, el coche que permite transportar mejor las dos bicis en el maletero estaba en el taller, por tanto, tuvimos que coger el coche secundario que tenemos y cargar allí las dos bicis.

Tengo que deciros que a mí esto de cargar las bicis en el maletero me genera cierto estrés e incomodidad porque me cuesta mucho poder cargarlas y que cierre bien el maletero. No sé, es un tema que se me ha “hecho bola”. Intento evitar al máximo esto de cargar y descargar bicis. En fin… sigo.

Mi marido me había dejado las bicis ya cargadas y cuando llegué al circuito las bajé sin problemas. Mis hijos hicieron la clase y una hora y media después, llegaba el maravilloso momento: CARGAR LAS BICIS DE NUEVO para irnos a casa.

Aquí empieza la fiesta. Yo iba con la clara idea de que me iba a costar (si con el coche grande me cuesta, con este ni te cuento, me decía a mí misma)

Notaba como me iba poniendo nerviosa y no solo lo notaba yo, también mis hijos que me decían: ¿mamá estas nerviosa? Y yo contestaba: “NOO, no estoy nerviosa”. Pero cualquiera que me estuviera viendo o escuchando sabía que sí.

Estuve unos 10 minutos intentando encajar las bicis dentro del maletero. Saca una, mete otra, dobla el manillar, mueve la rueda, saco una, meto otra…. Y a 33 grados que marcaba el termómetro del coche. Añadido a esto, tengo que deciros que me duele el hombro derecho. Cada vez que movía las bicis, sentía el dolor.

¡Ah! Por cierto, no os había dicho que, durante todo este tiempo, mi hija de 13 meses lloraba porque estaba atada en la sillita del coche, pero el coche no avanzaba porque su madre no conseguía meter las bicis y cerrar el maletero.

Mi hijo mayor, es muy hablador y lo hace muy rápido y en situaciones de estrés más, y sin parar me daba soluciones, una detrás de otra. Me propuso poner una la bici pequeña en el asiento del copiloto, me propuso pedir una llave inglesa y el mismo quitar la rueda delantera de una de las bicis, me dijo si llamaba a Marc (el profe) para que nos ayudara… pero en esos momentos no me servía nada. Lo único que le decía era: “Mario cállate, no te preocupes que yo lo solucionaré”.

Y al final…. EXPLOTE. Cerré el maletero de un portazo (casi reviento la rueda de una de las bicis) y con malas formas, me subí al coche y con el maletero medio abierto nos fuimos.

Imaginad el camino de vuelta: “mama estas nerviosa”, “como me hayas roto la rueda verás”, “mama no podemos ir con el maletero medio abierto”, “mama si me hubieras hecho caso”, “mama si yo sé quitar la rueda, de verdad….

Cuando llegamos a casa y después de darnos una ducha todos y estar más relajados les expliqué cómo me había sentido y les pedí disculpas.

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