El día que me invadió la vergüenza a causa de mi hija

Era un domingo de finales de septiembre y fuimos a pasar la tarde a la playa (en Alicante tenemos esa suerte) mi marido, mi hija María de 9 años y yo (Blanca). Casualmente elegimos un sitio cercano al restaurante de los padres de una compañera de mi hija, que justo este curso ha cambiado de colegio. María estaba ilusionada con poder verla ya que en clase la echa de menos. Yo tenía ganas de darme un buen baño, y así lo hice. Cuando salí del agua, veo la cara de preocupación de mi hija, pero ella no me dice nada. Veo mi teléfono móvil encima de la toalla (yo no lo había dejado ahí) y cuando lo desbloqueo, veo un whatsapp de la madre de esta amiga de mi hija preguntándome si ha pasado algo. Mi cara de asombro al ver que previo a eso hay un mensaje eliminado escrito desde mi teléfono. Cuando le pregunto a mi hija rompe a llorar y ponerse muy nerviosa, tapándose entera sin querer mirarnos. En ese momento supe que algo había pasado. Mantuvimos el silencio y esperamos a que se calmase, tardó bastante.

Efectivamente, cuando mi hija se puedo calmar, nos pudo confesar a su padre y a mi que había escrito un mensaje de muy mal gusto a la madre de su amiga. Y al darse cuenta de lo que había hecho, lo borró…pero demasiado tarde, ya había sido leído.

Reconozco que lo primero que pensé fue “tierra trágame”, sentí vergüenza y nerviosismo. Entonces supe que así no podía arreglar las cosas, porque eso mismo sentía mi hija y estábamos las dos contagiadas. Respiré unos minutos y cuando estaba calmada, pude ver debajo del Iceberg de su comportamiento. Si sí, gracias a lo que había aprendido en mis formaciones de crianza, sabía que los mensajes solo eran la punta del Iceberg de lo que le pasaba a mi hija. Lo que le había pasado es que estaba triste de que su amiga se hubiera cambiado de cole y estaba enfadada con su madre por haberla cambiado. Para descifrar esto me ayudó también entender la Lógica privada que le había llevado a esa creencia de que todo era culpa de la madre. Pudimos hablar de lo que sentía y nos enfocamos en soluciones. María aceptó ir a pedir disculpas personalmente a la madre de su amiga y responsabilizarse de lo que había hecho. Fue una tarde de grandes aprendizajes.

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