Si me permites, comparto mi historia de cómo el autocuidado llego a mi vida.

Si me permites, comparto mi historia de cómo el autocuidado llego a mi vida.

Soy una persona autoexigente, que me encanta hacer listados de tareas, que siempre tengo metas en mente, que me encanta alcanzar objetivos, que estoy centrada en el hacer, hacer y hacer.

Claro está que desde que nacen mis hijos todo este listado de tareas se multiplica o se triplica o se cuatriplica, diría yo…, Bueno, ¡ya me entiendes!

Entre tanta tarea estaba, qué tipo de alimentación quiero dar a mis hijos, cómo puedo fomentar su desarrollo evolutivo, qué tipo de cuentos puedo leer que consiga producir un aprendizaje en ellos, qué plan organizo para el fin de semana para que tengan una experiencia enriquecedora, me leo tres libros para seguir fomentando una educación consciente, etc. etc. etc. Una lista enorme…. Pero que, en ninguna de todo ese montón de tareas, en ninguna estaba yo. No es que estuviera al final de la lista no, es que ni siquiera estaba en la lista. Además, consideraba que era lo normal. ¿Cómo iba a anotar en mi listado de tareas: “hacer deporte”, “dar un paseo”? En fin, a mi eso no me cabía en la cabeza

Realmente me olvidé de mí misma, sin piedad ninguna o mejor dicho sin consciencia de lo importante que era. Mi cuerpo empezó a darme toques: empecé a tener ansiedad, a dolerme mucho la zona alta de la espalda, dolores de cabeza… Pero seguía empecinada en que mi prioridad era mis hijos, después mi trabajo y así debía de ser.

Fue una época complicada en la que mi cuerpo me obligó a mirar hacia dentro y a descansar. Aun así, a pesar de que mi cuerpo me ponía freno todavía mi mente le costó integrar que debía cuidar mi propio bienestar, y que en esa lista debía de estar en primer lugar. Si, estás leyendo bien. EN PRIMER LUGAR, TU.

Mi nivel de exigencia siempre ha sido muy alto, pero estoy segura de que no soy la única.  ¿Te identificas?

Poco a poco y con mucha conciencia entendí y acepté que debía de hacer cambios y por fin se integró en mi alma la importancia del cuidarme y liberé la culpa de mirar hacia mí misma. Esa culpa que no nos deja ser.

Ahora soy capaz cuando mis hijos no están en casa de ocuparme de mí lo primero, después viene el resto, después viene consultar ese listado de tareas que aún me acompaña, pero en el que por fin aparecen tareas del tipo: hacer deporte, llamar a mi amiga, leer 30 min

He aprendido a pedir mi tiempo desde el amor hacia mí misma y hacia los demás sabiendo que si no lo hago pierdo mi salud por el camino y realmente no estoy educando como me gustaría.

No estoy siendo el mejor ejemplo para mis hijos porque el cansancio y el dolor impiden que seamos buen modelo para nuestros hijos.

 

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