¿Por qué se ha ido?

Esta y numerosas preguntas son las que muchos niños y niñas plantean a sus familias cada día. Nuestros padres y madres nos enseñan a hablar, a caminar, a tener metas y sueños, pero, ¿nos enseñan a perder? ¿Nos enseñan a perder cosas? ¿Y a perder personas o animales que queremos?

Actualmente vivimos una situación por el COVID-19 que nos hace a todos pensar cada día en cuidarnos para vivir y cuidarnos para que sigan viviendo las personas que queremos. Los adultos despertamos con miedo de si nuestros mayores o incluso nosotros mismos, podemos ser contagiados y qué pasará. Pero, también, los niños también piensan y son conscientes de todo esto, aunque no lo manifiesten de igual manera. No saben si se pondrán malitos, si sus abuelos se irán al hospital o si será mamá o papá quien esté en una habitación durante unos días y no le podremos ver.

Este tema nos acerca más a los conceptos de duelo y muerte que en la actualidad están presentes en los temas de conversación, en la televisión, en el colegio y hasta en las conversaciones con los amigos. Ahora mucho más porque está relacionado con el COVID-19 pero también, lo relacionamos con enfermedades, suicidios, muertes repentinas… El duelo y la muerte tradicionalmente han sido temas tabúes que en los hogares prefería no abordarse para evitar que los más pequeños de la casa estuvieran tristes. “Eso no es un problema de niños” “Ellos no se enteran” esta y muchas frases escuchamos, pero… ¿Por qué? ¿Es que los niños no sufren una pérdida? ¿Es que los niños no echan de menos? ¿Es que los niños sólo tienen emociones como la felicidad, inocencia o ilusión?

Caemos en el error al evitar hablar o trabajar la muerte desde pequeños porque la muerte, al igual que la vida, está presente en cada uno de nosotros independientemente de cuál sea la edad. Trabajar este tema en casa puede ser todo un reto para los padres y madres, pero no hay una única manera de hacerlo. Podemos elegir la que mejor se adapte a las características, edad y personalidad del niño.

En la literatura infantil podemos encontrar muchísimos cuentos que inician esta sensibilización y este conocimiento en los más pequeños de la casa. Cuentos como “El vacío” de Anna Llenas, donde la autora transmite que, frente a una pérdida, debemos buscar en nosotros mismos las estrategias para superar las adversidades que nos presenta la vida. También, el cuento de “Así es la vida” de Ana-Luisa Ramírez Giménez presenta alternativas a situaciones difíciles o que no esperamos para siempre avanzar ya que la vida no es siempre como nosotros quisiéramos. Asimismo, el cuento “Invisible”, de Cynthia Santacruz trata de situar a las personas que perdemos en un lugar importante dentro de nosotros independientemente del significado que le queramos dar a la palabra muerte.

Otras técnicas para trabajar el duelo y familiarizarnos con la temática están relacionadas con la expresión emocional. Una de ellas podría ser: “Te pienso cada día y te escribo para recordarte”. Esta técnica trata de escribir a la persona o animal que hemos perdido momentos y vivencias que hemos compartido juntos. Al escribir no solo conectamos con los sentimientos, sino que también expresamos aquellas emociones que más miedo o más nos cuesta demostrar.

Ahora bien, en adolescentes generalmente el duelo suele ser más complicado por la fluctuación de sentimientos y porque es una etapa en la que se producen cambios en el cuerpo, personalidad y pensamientos. Un acontecimiento como este, tan brusco en su vida, hace que la intensidad y duración de las reacciones sean mayores que en un duelo normal. Es probable que los adolescentes presenten muchos signos de agresividad y sobre todo de culpa. Es por este motivo, las dificultades que puede conllevar el duelo en la adolescencia, por lo que es aún más importante trabajar el concepto de duelo desde pequeños para que cuando esta situación suceda, tengan las estrategias suficientes de conseguir ser capaces de mantener en equilibrio sus relaciones sociales y mejorar su adaptación en los diferentes ámbitos de su vida.

Pedir ayuda es necesario y está bien. Ante la aparición de un proceso de duelo y la carencia de habilidades para gestionarlo, es favorable el asesoramiento de profesionales que nos acompañen en el camino. Bucay (2002) afirma que una de las limitaciones es que el proceso de duelo no tiene una fecha límite, dependerá de cada persona, de su situación y sobre todo de la relación que existía entre ambos. Es por ello, por lo que cuanto antes se trabaje, más fácilmente transcurrirán las fases del duelo, porque cada una de ellas es esencial para terminar recolocando a la persona o animal fallecido en un lugar bonito y reconfortante dentro de nosotros.

Bucay, J. (2002). El camino de las lágrimas. Madrid: De bolsillo

Cuento “El Vacío”:

Cuento “Así es la vida”:

Cristina Ayela Llorca – Psicóloga CV – 14042

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