Creo que mi hijo tiene ansiedad

La ansiedad es una reacción del organismo ante una situación considerada peligrosa de la que se tiende a evitar o huir. En los niños la ansiedad puede estar motivada por un cambio en su vida, tanto positivo como negativo, así pues puede aparecer ante el cambio de colegio o casa, fallecimiento de un ser querido, la separación de los padres o el nacimiento de un hermano. También puede aparecer ante un aumento de exigencias en las tareas escolares.
Nosotros los padres percibimos cambios en nuestros hijos que para los demás pasarían desapercibidos, algo que tenemos que aprovechar para calmar esos síntomas de ansiedad y que los niños se sientan tranquilos cuanto antes.

Estaremos atentos si observamos síntomas fisiológicos como sudoración ante una situación determinada o si el niño se queja de dolor de barriga. Puede comenzar a hacerse pis o caca en contextos en los que ya estaba controlado. Aunque por lo general algunos síntomas psicológicos no sean tan observables, puede que le escuchemos expresar sentimientos de sensación de peligro en situaciones en las que el peligro no es real. Puede que crea que todo lo hace o le va a salir mal, que le va a pasar algo malo, o que sienta miedo cuando no hay motivos aparentes para ello. También pueden presentarse cambios de humor, que esté más irritado de lo normal o en un estado de alerta permanente. De todos los síntomas, los más observables son los síntomas conductuales, podemos ver si tiende a evitar o huir de situaciones que no entrañan peligro alguno pero que el niño las comienza a considerar angustiosas. Ejemplo de ello sería los intentos por evitar ir al colegio, estar con determinados compañeros, separarse de los padres, un examen del colegio etc. Podemos observar también un aumento en la agitación motora, bien sea por exagerar algunos movimientos o bien por un incremento en su frecuencia. Algunas de estas conductas son: tocarse la cara o el pelo, cambios de postura, morderse las uñas, no poder estar sentado más que unos segundos, agitación general, tics o temblor en las manos.

Por desgracia la ansiedad en los niños implica consecuencias negativas como la pérdida de confianza en sí mismos, baja autoestima, disminución del rendimiento académico, o aislamiento social. Estaremos atentos entonces si el niño evita asistir a cumpleaños, a jugar en parques o en recreos con otros niños, o en definitiva intenta evitar actividades que antes le resultaban placenteras o divertidas

¿Qué podemos hacer nosotros como padres? Lo esencial es validar las emociones de nuestros hijos, darles la razón en lo que sienten y en el cómo se sienten. Les diremos que entendemos que se sientan de ese modo. Es un buen momento para explicarles lo que les pasa y buscar estrategias o “trucos” para pasar a un estado de tranquilidad, como pensar en algo positivo, realizar respiraciones profundas o hablar con un adulto sobre ello. Esto no está reñido con rechazar la conducta negativa que puedan haber tenido, y si la forma en la que han expresado sus emociones no es la apropiada les mostraremos cómo hacerlo de un modo adecuado dándoles una respuesta alternativa. No utilizaremos el castigo como herramienta para cambiar su conducta, de este modo contribuiremos a reducir la angustia de nuestros hijos favoreciendo su bienestar emocional.

Firmado: Eva Sempere Navarro. Psicologa CV- 03714

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